Aprovechando estos días de “reposo obligado” vamos a hacer un repaso rápido por el mundo del maquillaje, la cosmética y la peluquería a lo largo de la historia.

En nuestros Cursos de Maquillaje Profesional vemos y trabajamos este tipo de maquillajes. Un buen profesional debe conocer los productos, técnicas y modas que se han usado en las diferentes culturas y épocas. Esto le resultará útil para entender e interpretar determinadas peticiones que puedan hacerle en el proceso de creación de cualquier estilismo  o, si fuese el caso, saber recrear cualquiera de ellos ante una petición de caracterización, ejecutándolo de la forma más fidedigna posible.

 

La mujer en la antigüedad cuidaba su aspecto casi tanto como hoy en día.  No debe sorprendernos conocer que aquellas mujeres utilizaban eyeliner, sombras de ojos, color en mejillas y labios  y otros productos cosméticos para cuidar el resto del cuerpo y el cabello.

El primer producto del que debemos hablar es el famosísimo kohl. Aunque hay diferentes estudios que discrepan sobre su ventaja real en el cuidado de la salud ocular, lo cierto es que las mujeres y hombres de Sumeria y del Antiguo Egipto lo usaban no solo con una función estética si no también terapéutica.

Había diferentes recetas para obtener este cosmético, pero uno de los ingredientes principales y habituales era galena, un mineral, que luego se mezclaba con grasas para su aplicación.

Además de embellecer la mirada, se protegían de la intensa luz solar y actuaba como antibacteriano.  Aún hay más: creían que su uso les protegía del mal de ojo. Esta creencia probablemente iba asociada con lo anterior. El cosmético protegería de algunas enfermedades oculares como la conjuntivitis y derivaría en esta superstición.  Tenía diferentes usos: eyeliner, sombra, máscara de pestañas y para acentuar las cejas. El diseño de estas últimas pasaba por alargar el extremo exterior y el interior hacia el entrecejo, enmarcando la mirada.

 

Como dato curioso, podríamos mencionar que el uso de este producto por los egipcios es el origen de la línea que los jugadores de futbol americano se hacen bajo los ojos, el “eye black”. Podría pensarse que se realiza con una intención intimidatoria hacia el rival, pero lo cierto es que su uso está pensado para reducir el reflejo de los rayos solares, tal y como hacían los hombres y mujeres sumerios y egipcios.

Otro color habitual utilizado para maquillar los ojos era el verde, obtenido al moler: malaquita. Pero no fue el único; blancos, amarillos o azules también estaban presentes en los cosméticos, tal y como  los restos arqueológicos parecen indicar.  Igualmente, los labios y las mejillas se coloreaban. El color predominante era el rojo y para ello se usaban piedras semipreciosas y minerales molidos. Al igual que ocurría con el kohl, esta cosmética entrañaba cierto peligro. Muchos de esos minerales empleados en la elaboración de estos afeites tienen un alto contenido en plomo. Las altas concentraciones de este elemento químico en sangre pueden ser peligrosas, sin embargo no hay acuerdo en este punto ya que algunos investigadores defienden que estas proporciones de plomo activan el sistema inmunitario y protegen de algunas patologías propias de ambientes áridos.

En Egipto, se usaban unas algas para obtener esa tonalidad sonrosada. Sus componentes principales son el yodo y el bromo que ingeridos son venenosos. ¡Besar a alguna de aquellas mujeres podrías ser realmente peligroso!

El yodo es un componente del Betadine, este puede ayudaros a haceros una idea de cuál sería el resultado de aplicar esa preparación sobre los labios y los pómulos, se obtendría: un tono rojo parduzco.

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Busto de Nefertiti. Tutmose. Neues Museum, Berlín.

 

Otro ingrediente habitual, reservado a las clases altas en este caso, era un carmín orgánico obtenido a partir de los huevos de un insecto, las cochinillas hembras.

Además de todos estos productos para el rostro era frecuente emplear henna para teñir el pelo y las uñas. Dado el clima de aquellas zonas también era habitual hidratar el cuerpo, para ello se recurría a miel, cera, grasas animales y aceites vegetales. En Sumeria sería habitual el aceite de linaza, mientras que en Egipto predominarían el aceite de oliva y de ricino.

Preocupados por la higiene y los perfumes, solían usar los llamados “conos” que colocaban sobre sus cabezas llenos de una cera o grasa perfumada que iría derritiéndose e impregnado piel, peluca y ropa. Ciertamente el resultado debía ser algo desconcertante a nuestros contemporáneos ojos.

 

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Pintura mural de Banquete Funerario. British Museum

Adentrémonos ahora el mundo de la estética capilar. Los antiguos egipcios cuidaban muchos su aspecto físico poniendo mucha atención a sus peinados y pelucas. Esto servía al mismo tiempo para determinar la edad o grupo social.

Los niños solían llevar el cabello rasurado excepto un mechón en el lado derecho. A los 10 años con la circuncisión se cortaba ese mechón, siendo un rito importante de paso a la edad adulta.

 

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El joven faraón Ramsés II. Trenza lateral. Museo del Louvre.

En general, se usaba el pelo corto o rasurado por higiene. Durante todo el Imperio Egipcio fue habitual usar pelucas para protegerse del sol. El estilo de estas irá modificándose, las modas cambian y en Egipto no iba a ser menos.

En el Reino Antiguo predominarían las pelucas cortas y lisas, pero estas evolucionarían hasta otras mucho más sofisticas con trenzas, torsiones, rastas y largos mechones propias del Imperio Nuevo.  Cabe destacar las pelucas tripartitas propias del Reino Medio formadas por tres mechones, dos laterales y uno trasero.

 

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Talla Ahmes- Nefertari. Museo del Louvre. Detalle peluca.

Estas pelucas se elaboraban con cabello natural. Los tintes habituales para esas cabelleras serán los marrones y cobrizos logrados aplicando henna. También podemos ver pelucas azules que solían llevar los soldados y oficiales.  Se lavaban con jugos de cítricos y se acicalaban con aceites para aportarles brillo. Para lograr mantener el peinado se usaba como fijador un ungüento con resina y cera que, una vez endurecido, aseguraba el cabello y se podía proceder al peinado.

Con estos datos, parciales pero suficientes, logramos obtener una imagen general del aspecto de aquellas mujeres. Rostros maquillados con diversos y vivos colores, miradas intensas delineadas con negros y enmarcadas por unas cejas grandes y oscuras. Pelucas de gran volumen y compactadas por la resina. El resultado, cuando menos, es imponente. Si añadimos el uso de los conos de cera perfumada cayendo por  el cabello y los hombros puede que el efecto nos perturbe pero sin ninguna duda debían lucir majestuosas.

 

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Fuentes:

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